viernes, 26 de julio de 2013

Las becas como jubilación

Las becas envejecieron: los que las reciben no son aquellas promesas que consolidarían la literatura, la danza, el teatro, la música y las artes de México. Eran y son de un grupo que los cobija y les busca incentivos. No han dejado una huella indeleble en la cultura pero se han posicionado como figuras por el medio —o padrino—, que los protege. Así, nunca tendremos artistas e intelectuales que lleguen a algo más que el aplauso de los mismos de siempre, incluyendo homenajes sin gente. ¿Hasta cuándo?
Hay excepciones en becas bien habidas. Y aclaro: No estoy contra las becas sino contra los modos de becar. De jurados negados para vislumbrar tendencias del arte, contra nombres, sí, pero sin prestigio. Tampoco estoy contra la madurez o juventud de un becado. Pero a la madurez hay que exigirle obra consolidada, y a la juventud, movimiento contra lo establecido. ¿Qué obras de arte han hecho los creadores becados estos 20 años? No es una respuesta fácil, salvo que recurramos a la retórica gubernamental o a la justificación de los implicados. Si pensáramos en obras por encima de las personas a becar, sin hacer caso de las recomendaciones o presiones de los grupos culturales o padrinos —sabemos que están ahí, aunque lo nieguen—, sería lo más sano para el arte de nuestro país.
Estoy contra instituciones que contabilizan eventos artísticos —por su cantidad—, ante los magros resultados en el crecimiento cultural de la población. No puede ni debe ser. En 2010 se realizó la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales. Confirmó un lugar común: más de la mitad de los mexicanos no adquieren libros para leer, no van al teatro ni a la danza, los museos y bibliotecas. Acaso oyen radio, van al cine y ven mucha televisión. ¿No sería mejor enfocar ese dinero de las becas a incentivar el fracaso de la cultura en su principal motivo: los espectadores y lectores? ¿Para qué una encuesta si la vamos a encajonar porque pasamos a otro sexenio?

Los creadores, en su ego, no entienden de industrias culturales. No quieren saber siquiera de su fracaso frente al público. Mejor critican sin comprometerse a nada. Es hora de cambiar el comportamiento del corporativismo no solo del Estado, también de los grupos culturales. Es inconcebible que algunos becados ni siquiera tengan obra sólida, pero el salario ya les llega mensualmente. O que algunos quieran pensión de por vida. Les recuerdo que en nuestras casas los padres advirtieron el peligro de elegir carrera: “del arte no vas a vivir…” Y escogimos. Seamos consecuentes. Hagamos obra y olvidemos el huevo de la serpiente: la beca. El Estado no va a cambiar, a lo mejor nosotros sí…

3 comentarios:

  1. Muy interesante y revelador artículo. Como madre de un joven dramaturgo, director y actor de teatro, ahora entiendo por qué es tan dificil que se le consider para una beca a pesar de que su propuesta es fresca y reconocida entre un gran número de sabedores de estas artes.
    El insite en no pedir beca porque "no lo consideraran" y yo insito en que lo intente, después de leerle no sé si darle a él la razón.

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  2. no es nuevo la dadiva de las becas a ciertos grupos de poder, te piden demasiadas cosas para otorgarte la beca y despues se la dan a los familiares de los mismos q trabajan como sinodales. lamentablemente un artista nacional iene q buscar lugar en el extranjero q al ser reconocido ahi, ya puede aspirar a una beca en su paid

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  3. Magnifico articulo los que laboramos en este ámbito nos damos cuenta de como se acaparan los recursos para unos cuantos que para justificar su beca realizan una presentación austera a fin de que no les retiren la beca, sin el hambre de innovar. Reflexión excelente ojala sirva para pulir las políticas publicas al respecto, si el apoyo para todos en la medida de su trabajo.

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