1.- En los 70, los últimos de aquel Teatro
Blanquita en que Margo Su hizo historia con la cultura del espectáculo, una
noche, cantaba Chavela Vargas. Estaba totalmente ebria y perdida. El público le
aplaudía con tristeza y congoja. Se le olvidaban las canciones. No era aquella
briosa hembra que peleaba el amor de Noelia Noel a Noé Murayama. Era la mujer a
la que Carmen Salinas salió a salvar del escenario, casi a rastras. Fue la
última vez que la vimos viva. El mundo se olvidó de ella y ella se perdió por
años. La dimos por muerta.
2.- Al inició de los 90 resurge Chavela Vargas
en El Hábito de Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez. Había dejado de beber y
tenía un timbre de voz donde la experiencia cuenta para una intérprete. Los que
poco saben dicen que fue Pedro Almodóvar quien la redescubrió al mundo, pero
no. El mismo México que la asumió como mexicana fue la que le brindó su
renovación en la música ranchera. Sin mariachi, con apenas dos guitarras
bastaba para atragantarnos de sentimientos en la tormenta que provocaba su voz,
rasposa, altisonante a veces, de blues. Su leyenda llegó a internacionalizarse:
la Alemania de Werner Herzog, el cineasta, la inmortaliza como chamana en el
filme de 1991, Grito de piedra, antes que Almodóvar.
3.- Una noche llegó a El Hábito el editor
español Manuel Arroyo y se enamoró artísticamente de Chavela Vargas, al grado de
crearle una disquera, Turner Records, y producirle dos CDs a la cantante de
origen costarricense que viajaba con pasaporte mexicano desde 1959. Esas obras,
de 1994, son su testamento musical porque ahí se escucha con sus cuerdas
vocales en plenitud, sin la penosa pérdida de voz de sus últimos CDs que realizó,
tanto con intérpretes famosos como con su homenaje a García Lorca. Los discos
de Turner son su último grito de vida, un tesoro invaluable.
4.- Pedro Almodóvar la admiraba tanto que, en
1991, en Tacones lejanos le pide a Luz Casal que cante “Piensa en mí”, al
más puro estilo de Chavela Vargas. Cuando sabe que vive la lleva a su siguiente
película, Kika, de 1993, con la pieza “Luz de luna”. Como
el propio cineasta escribió: “Me hubiera gustado conocer a Billie Holiday,
Edith Piaf, la Niña de los Peines, Bola de Nieve, La Lupe… Pero he conocido a
Chavela Vargas, que es como la suma de todos ellos. Conocerla y volver a
escucharla ha sido una de las experiencias más importantes de mi vida”.
5.- La mezquindad y la misoginia en México han
sido siempre un problema para el arte y para las mujeres. Leímos que “el
esnobismo del cogollo progre convirtió (a Chavela Vargas), en figura del
culto”. No le gustó que la homenajearan en Bellas Artes. Nadie conoce al autor
porque escribe con seudónimo. Y seguirá así incluso con su verdadero nombre…
Bueno, ni hablar. Ese es el periodismo que tenemos, que piensa que la
literatura es lo máximo y la canción ranchera es apenas una aproximación al
culto popular.
Coda
Igual Chavela Vargas ya es leyenda y se construye
su mito. Ustedes dirán…
Muy buena anedocta.
ResponderEliminarNo solo leyenda y mito Chavela Vargas es Verdad pura y sobrevivirá al tiempo.Himno a la libertad,himno a la verdad,himno a la vida.
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