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Escultura de Henry Moore |
¿Por
qué aceptó el Palacio de Bellas Artes a un curador que no tiene ojo y sí pésimo
sentido para establecer distancias entre una gran obra de arte y otra? Asombra
el mal gusto desde la entrada misma de la sala principal: sin tiro visual,
jugando a romper los espacios y destruyendo el concepto museístico. Obras
atiborradas como si el Museo del Palacio de Bellas Artes fuera La Lagunilla. ¿Será que
los mexicanos no entendemos el concepto de espacios amplios, abiertos y con
respeto a cada una de las obras? No creo que Octavio Paz esté satisfecho de lo
que han hecho con los privilegios de su vista.
En esto ver aquello: Octavio
Paz y el arte es una muestra saturada, asfixiante, sin los
necesarios descansos. Imágenes nacionales, internacionales y del mundo
prehispánico e hindú de impecable factura, pero sin conexión alguna con lo que
el poeta hizo de manera excelsa mediante la escritura y la poesía. La
exposición pareciera que fue conceptuada sin estilo, sin emoción, como si se
hubiera hecho con la intención de cansar al espectador para que éste saliera
corriendo de ese espacio claustrofóbico, lo último que un visitante debería
sentir con la experiencia de la contemplación estética.
Hay
abigarramiento en el montaje de Héctor Tajonar, un hombre quizás informado pero
escasamente sensible para la pintura, la escultura, los objetos y piezas
exquisitas que requieren de un tratamiento único. No se explica cómo las salas
finales de la muestra están casi vacías mientras que la principal es
multitudinaria, invadida por nombres de artistas internacionales, sí, pero no
de obras para ser contempladas en su poderío visual. Buscar el nombre en vez
del arte es síntoma de ignorancia. ¿Apostó por el dudoso gusto del público,
decidió sin consultar y con carta libre por ser consentido del oficialismo?
Ojo:
Octavio Paz apuesta por las obras. Paz tiene un guión escrito sobre su concepto
del arte y el artista en Los
privilegios de la vista, el único libro realizado por un mexicano que
intenta una enciclopedia del arte universal. No es poco. Hubiera bastado seguir
esa obra y articular un discurso poético. Con menos piezas, la muestra habría
sido más sólida en su concepción. Prefirieron el relumbre, el oropel de las
firmas de los pintores, no la calidad de las obras.
Juzgue
usted desde la entrada a Bellas Artes: espacio para la contemplación de
esculturas, sí, pero sin pensar en la dimensión; obras aglutinadas de artistas
reconocidos, sin respeto a sus espacios y necesidades de aire, sin lugar para
la soledad en torno a las piezas. Si así es la entrada no le cuento más de lo
que está dentro del recinto: dispersión, caos, experimentos fallidos con los
que el curador quiso presumir de un conocimiento que no tiene.
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