Todo comienza con la vida privada de los
famosos: Silvia Pinal, Rosita Arenas o Lucía Méndez, amantes del dueño de la
televisión mexicana, que las encumbra o las tira al pozo del olvido. Aquél que
se hizo de una fortuna de dudosa procedencia. El que perdió a una hija,
Paulina, porque la decepcionó. El que tejió relaciones de interés con
presidentes, de Gustavo Díaz Ordaz a Enrique Peña Nieto. Él no solo es uno. Son
los Azcárraga Vidaurreta, Azcárraga Milmo, Azcárraga Jean. Son los enemigos y,
por consecuencia, estereotipos del mal, sin alma ni corazón, capaces de matar y
hacer llorar a México con sus telenovelas y servirse del manto guadalupano.
La “novela de Televisa”, de Fabrizio Mejía
Madrid, Nación TV es un culebrón cuya investigación solo se sustenta en lo
publicado entre 1977 y 2012 por la revista Proceso y los libros de Jenaro
Villamil y Claudia Fernández y Andrés Paxman, donde consignan a Lucero
“haciendo gárgaras de vinagre”, a Raúl Velasco “cerca del budismo”, al cabaret
de Ernesto Alonso, El Quid, “para maricones”, la sospechosa muerte de Fernando
Diez Barroso, “seguro heredero del emporio televisivo”, o al “lector de
noticias”, Jacobo Zabludovsky —impuesto por Gustavo Díaz Ordaz que, después del
68, “inauguró la idea de un noticiero que fuera vocero de las oficinas del
gobierno”. De ahí al consumo de cocaína por gente de la tele que casi se queda
sin fosas nasales. Coca que distribuyen Víctor Iturbe y Paco Stanley, envueltos
en el narco, hasta el asesinato de ambos. O las historias sobre Gloria Trevi y
Luis Miguel, mejor que cualquier TVyNovelas. Y el rumor más absurdo que he
leído en años: ¡que Salinas de Gortari le consiguió el Nobel de Literatura a
Octavio Paz!
No falta nadie en el diccionario del mal.
Como un panfleto donde los Azcárraga no son personas sino animales depredadores
sin más razón que el dinero y el poder para ¡“adueñarse de México”! No tienen
un gramo de bondad. No importa el valor literario de la supuesta novela sino el
chisme con saña, a raudales. Tampoco si es comprobable lo ahí repetido en
reportajes y columnas, donde nada pasó por más tribunales que los medios de
comunicación. Se trata de mostrar la perversión de los Azcárraga que llevaron a
Peña Nieto a la
Presidencia. Tesis que
daña a una izquierda a la que le urge romper con lo mismo que critica:
telenovelas donde “A y B se aman. C ama a A. D ama a B. C odia a B. D odia a A.
C y D se unen contra A y B”. El culebrón “inventado” por Mejía Madrid no dista
en nada con las ideas de Valentín Pimstein. Un libro cargado de repeticiones,
de descuido editorial, de dudosa ficción, donde lo publicado está por encima de
la inventiva, porque al citar con nombres y apellidos está orillando a la
hoguera a sus protagonistas. En la literatura un autor no odia a sus
personajes, los ama porque son su invención. Nada de eso ocurre en Nación TV:
ideología de baja ralea.
A nadie con ética le parecería que el libro sirve
para las mejores causas del país. Mejía Madrid pierde la oportunidad de ser un
escritor serio. Televisa haría mal en demandarlo, o amenazarlo—como él dice—,
porque ni eso vale la pena.
En el inicio de la novela dice 'los personajes en esta novela pertenecen al territorio de la ficcion. Estan basados de manera distante en personajes reales. Cualquier parecido con la realidad es culpa de la realidad. Esto es una novela'. No es un trabajo periodistico. Yo inicié a leer el prev de amazon y compre el libro en version digital. Está buenísimo! No pre de leerlo. Es ficcion que necesita la raza. Es KARMA PURO para una televisora que ha INVENTADO la relaidad de los mexicanos durante décadas.
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