Las becas
envejecieron: los que las reciben no son aquellas promesas que consolidarían la
literatura, la danza, el teatro, la música y
las artes de México. Eran y son de un grupo que los cobija y les busca incentivos.
No han dejado una huella indeleble en la cultura pero se han posicionado como
figuras por el medio —o padrino—, que los protege. Así, nunca tendremos
artistas e intelectuales que lleguen a algo más que el aplauso de los mismos de
siempre, incluyendo homenajes sin gente. ¿Hasta cuándo?
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Hay excepciones en becas bien habidas. Y aclaro:
No estoy contra las becas sino contra los modos de becar. De jurados negados
para vislumbrar tendencias del arte, contra nombres, sí, pero sin prestigio.
Tampoco estoy contra la madurez o juventud de un becado. Pero a la madurez hay
que exigirle obra consolidada, y a la juventud, movimiento contra lo
establecido. ¿Qué obras de arte han hecho los creadores becados estos 20 años?
No es una respuesta fácil, salvo que recurramos a la retórica gubernamental o a
la justificación de los implicados. Si pensáramos en obras por encima de las
personas a becar, sin hacer caso de las recomendaciones o presiones de los
grupos culturales o padrinos —sabemos que están ahí, aunque lo nieguen—, sería
lo más sano para el arte de nuestro país.
Estoy contra instituciones que contabilizan
eventos artísticos —por su cantidad—, ante los magros resultados en el
crecimiento cultural de la población. No puede ni debe ser. En 2010 se realizó la Encuesta Nacional
de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales. Confirmó un lugar común: más de la
mitad de los mexicanos no adquieren libros para leer, no van al teatro ni a la
danza, los museos y bibliotecas. Acaso oyen radio, van al cine y ven mucha
televisión. ¿No sería mejor enfocar ese dinero de las becas a incentivar el
fracaso de la cultura en su principal motivo: los espectadores y lectores?
¿Para qué una encuesta si la vamos a encajonar porque pasamos a otro sexenio?
Los creadores, en su ego, no entienden de
industrias culturales. No quieren saber siquiera de su fracaso frente al
público. Mejor critican sin comprometerse a nada. Es hora de cambiar el
comportamiento del corporativismo no solo del Estado, también de los grupos
culturales. Es inconcebible que algunos becados ni siquiera tengan obra sólida,
pero el salario ya les llega mensualmente. O que algunos quieran pensión de por
vida. Les recuerdo que en nuestras casas los padres advirtieron el peligro de
elegir carrera: “del arte no vas a vivir…” Y escogimos. Seamos consecuentes.
Hagamos obra y olvidemos el huevo de la serpiente: la beca. El Estado no va a
cambiar, a lo mejor nosotros sí…
Muy interesante y revelador artículo. Como madre de un joven dramaturgo, director y actor de teatro, ahora entiendo por qué es tan dificil que se le consider para una beca a pesar de que su propuesta es fresca y reconocida entre un gran número de sabedores de estas artes.
ResponderEliminarEl insite en no pedir beca porque "no lo consideraran" y yo insito en que lo intente, después de leerle no sé si darle a él la razón.
no es nuevo la dadiva de las becas a ciertos grupos de poder, te piden demasiadas cosas para otorgarte la beca y despues se la dan a los familiares de los mismos q trabajan como sinodales. lamentablemente un artista nacional iene q buscar lugar en el extranjero q al ser reconocido ahi, ya puede aspirar a una beca en su paid
ResponderEliminarMagnifico articulo los que laboramos en este ámbito nos damos cuenta de como se acaparan los recursos para unos cuantos que para justificar su beca realizan una presentación austera a fin de que no les retiren la beca, sin el hambre de innovar. Reflexión excelente ojala sirva para pulir las políticas publicas al respecto, si el apoyo para todos en la medida de su trabajo.
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